viernes, 11 de septiembre de 2009

El próximo Secretario General del PCE

José Marín Ibárruri

La antesala del XVIII Congreso del PCE está siendo un hervidero de especulaciones, un estrépito de movimientos, de extraños pactos, de curiosos compañeros de cama, pero sobretodo, un nido de expectación. Pocos dudan que este Congreso marcará en gran medida el futuro de la izquierda transformadora de este país y que será clave para el futuro del propio Partido Comunista de España, por lo que la única opción es vencer o vencer, salir del Congreso con un Partido más unido, más cohesionado, más valiente, y dispuesto para hacer frente tanto a su propia Reconstrucción como a la de la izquierda transformadora.

Aunque nunca he sido partidario de nombres, sino del trabajo y el sacrificio colectivo, está claro que es importante que del Congreso de Noviembre salga una dirección audaz y capaz. Una dirección con capacidad para ilusionar, para transmitir, para mantener el espíritu que durante 90 años ha guiado a los comunistas españoles. Inculcar con su ejemplo el sacrificio y la generosidad que siempre ha caracterizado a los militantes de este Partido. Y al frente de la nueva dirección deberemos situar a un Secretario General que goce del respeto de la gran mayoría de los y las militantes, que sea digno heredero de Dolores, que se mire en el espejo de su memoria cada día. Haberse forjado en la cruenta lucha que nuestro Partido ha atravesado durante los últimos años. Haber sabido resistir, contraatacar y vencer las más grandes dificultades. Haber demostrado ser capaz de dejarse la vida por los trabajadores y las trabajadoras, por sus camaradas, por el Partido. El próximo Secretario General debe liderar la Reconstrucción del Partido Comunista de España en todos los frentes. Debe saber insuflar un vendaval de alegría, ilusión y futuro a la militancia, que deberá volver a tomar las calles y los corazones de los españoles y españolas. El próximo Secretario General tendrá que saber ilusionar a los tristes, revitalizar a los cansados, poner a trabajar a los vagos, declarar la guerra a los infames y liderar la victoria ante los miserables. El próximo Secretario General quiero que me haga sentirme orgulloso al verlo, emocionarme con su discurso, quiero que sea la voz de la militancia, su orgullo y su razón.

Y si tras estas lineas alguien se pregunta por qué hablo siempre en masculino, que guarde de momento el puñal, porque al menos para mí, el próximo Secretario General debe tener nombre de mujer.