jueves, 25 de junio de 2009

Los penúltimos "carrillistas": el Secretario General del PCM contradice al PCE y defiende la Constitución del 78

Un camarada de Madrid me envía la propuesta de Informe Político al Comité Central hecha por el Secretario General del PCM, Juan Ramón Sanz, y no puedo evitar indignarme porque este camarada sea el Secretario General de una de las Federaciones más importantes del PCE. Una importancia más histórica y numérica que real, porque de lo que no cabe duda es de que su situación organizativa y política no hace más que preocuparnos a quien observamos estupefactos como espectadores impotentes al proceso de descomposición al que han llevado Juan Ramón y Joaquín Sanz - Secretario General y Secretario de Organziación -, al PCM durante los últimos años.

El año pasado la conferencia política del PCE anunciaba un importante paso a favor de la ruptura Constitucional y apostaba por la desvinculación de la Constitución de 1978, exigiendo un proceso constituyente a favor de la Tercera República. Ese paso ilusionó a muchos militantes y simpatizantes que hacía años que esperaban ese paso adelante del PCE, una nueva etapa que suponía un nuevo desafío para el Partido y para los comunistas. Aunque parece ser que no para todos. Es ahora el Secretario General del PCM el que se desmarca de esa ruptura y sale en defensa de la Constitución de 1978, de la que dice que es "la más progresiva de las cartas magnas europeas". Señala Sanz que aunque la Constitución del 78 fue un peaje calculado que incluía el diseño de la ley electoral y la no depuración del aparato jurídico-policial ni de las responsabilidades en el régimen anterior, el PCE debería reflexionar sobre la declaración de ruptura constitucional por parte de nuestro Partido.

Se atreve a decir además que "una cosa es denunciar los incumplimientos constitucionales y otra caer en un discurso interiorizado mientras vamos desapareciendo del imaginario colectivo sumergidos en tacticismos para la supervivencia". Sorprende que diga esto un camarada que tiene al PCM inmerso en una situación de enfrentamiento e inactividad permanente, desaparecido del imaginario colectivo y con una organización bajo mínimos. Sin embargo, tanto a Juan Ramón Sanz como a Joaquín Sanz hay que reconocerles la habilidad para que ni unos ni otros se hayan puesto de acuerdo para quitárselo de en medio, y lo hacen manteniendo el conflicto entre las distintas sensibilidades dentro del PCM.

Ahora pretende que el Comité Central le apruebe un documento en el que desprecia la apuesta por la ruptura Constitucional aprobada por el PCE, enfrentándose a una decisión tomada en los órganos. Si los miembros del Comité Central lo aprueban, estarán legitimando la involución carrillista.

El informe político habla de muchas cosas, con palabras más o menos atractivas para todas las sensiblidades, aunque dedica también un parrafo a las supuestas plataformas y corrientes dentro del PCM, sin ser consciente, al parecer, que ellos mismos, "los Sanz", son una corriente y como tal actúan dentro del PCM pero también del PCE. Piden cohesión y casi centralismo democrático, pero contradicen una decisión tomada en la Conferencia Política, como es la ruptura con la Constitución de 1978. Además, critican a determinadas sensibilidades calificándolas de "corrientes", pero no lo hacen con todas, sino con las que son peligrosas para sus intereses, incluso personales. Con el resto, intentan pactar para tratar de repartirse el mísero pastel.

Estos penúltimos "carrillistas" no quieren un Partido Comunista fuerte, sino inmerso en una inactividad constante. Estos penúltimos "carrillistas" siguen defendiendo una Constitución que puede contener partes con buenas palabras y pocas realidades, al igual que sus informes políticos. Estos penúltimos "carrillistas" son de las peores cosas que le han pasado al PCM en toda su historia. No tienen ni la valentía, ni la audacia, ni las ganas, ni las fuerzas, ni la voluntad, para resucitar al PCM, y ni siquiera la vergüenza de impedir su descomposición, pero mucho menos la de irse a su casa de una vez. Estos penúltimos "carrillistas" son la vergüenza de los comunistas de toda España, los que esperamos que algún día el Partido Comunista de Madrid vuelva a ser el referente que un dia fue.

miércoles, 10 de junio de 2009

La Reconstrucción del PCE ante el avance del fascismo

José Marín Ibárruri

El fascismo avanza en Europa. Lo demuestra no sólo el resultado de las elecciones del 7 de junio, donde 50 fascistas han logrado estar representados en el Parlamento, sino también el avance de la mediocridad ideológica en casi todos los países, incluido España, producto del miedo generalizado que avanza en la conquista de las conciencias. El miedo es la semilla del fascismo, que crece y se convierte en odio. En miedo y odio al inmigrante, al diferente, al vecino, a vivir.

Si llegásemos a deducir un paralelismo real entre la situación actual de Europa con la situación previa al auge del nazismo y el fascismo en el siglo XX, solo nos quedaría actuar en consecuencia para evitar consecuencias siquiera lejanamente similares a la que aquello supuso entonces.

Pero no solo esos 50 fascistas en el Parlamento Europeo son el reflejo del avance neofascista en Europa. No es necesario tener el pelo rapado, llevar botas militares y apalear inmigrantes para ser parte integrante de ese nuevo monstruo que crece tan cerca de nosotros. No hace falta ser de raza blanca, rubio y con ojos azules. No hace falta ni siquiera ser europeo. No hace falta ser de clase alta o acomodada. Es suficiente con tener miedo. Y el miedo lo siente hasta el mismo sudamericano que el otro día vieron votar al Frente Nacional, o al otro que votaba a Falange Española. También lo sienten todos aquellos inmigrantes que han votado al Partido Popular y que no quieren que lleguen más compatriotas a España, porque serán su competencia directa a la hora de encontrar un trabajo.

Y el fascismo no es solo miedo. También es el ensalzamiento de los valores más infames y mediocres del ser humano. El fascismo primero nos conquista culturalmente, y después, políticamente. El ejemplo más visible es la Italia de Berlusconi, donde tras años de control de casi todo el aparato mediático italiano, ahora se ha convertido en un personaje que no sólo se inmune a la corrupción, sino que además es envidiado y admirado por gran parte de la sociedad italiana.

Pero no hay que irse a Italia. Basta con mirar hacia Valencia, por ejemplo, donde la mayoría de la sociedad valenciana – que ha ido a votar - ha optado por apoyar a un partido salpicado por la corrupción, y cuyo líder afirma que “Camps es el más honorable de todos los valencianos”.

Y es que en España, si los partidos de ultraderecha son totalmente marginales es por que su discurso está totalmente asumido por el Partido Popular, el partido que ha ganado las elecciones europeas.

Tengamos en cuenta también que ante el avance del fascismo la socialdemocracia no sólo es impotente, sino que es en parte responsable. Responsable por haber claudicado ideológicamente, no sólo en los últimos años, sino durante muchas décadas. Responsable por su cobardía ante el fascismo, como lo demostró en España yendose de vacaciones durante 40 años.

Coincide, no por casualidad sino por necesidad histórica, la claudicación de la socialdemocracia y el avance fascista, con la implosión de nuevos movimientos de resistencia y con el nuevo discurso de la reconstrucción comunista. Y es que lo único que ha demostrado ser capaz de parar el fascismo es el comunismo. El fascismo es el miedo. El comunismo el valor y la generosidad, como en nuestro país demostraron durante 40 años los militantes comunistas.

Se da la circunstancia también de que Izquierda Unida, en un contexto como este y en plena crisis provocada por el capitalismo, no ha sido capaz de llegar a la gente que se ve afectada por ella. Resiste electoralmente en Andalucía, precisamente porque allí existe un Partido fuerte y organizado. Fuera de Andalucía, todo es un desierto electoral y organizativo. En Europa solo los partidos europeos con una clara identificación comunista y una organización fuerte como en KKE griego, el PCP portugués o el AKEL chipriota han conseguido unos buenos resultados Por eso es hoy de nuevo el PCE la única organización capaz de plantear una respuesta ante este avance de las posiciones y los valores neofascistas. Poco a poco, pero sin pausa, se reactivan comités locales, surgen nuevas agrupaciones, vuelven o llegan nuevos militantes, y los comunistas esperan una respuesta valiente del Partido. Una respuesta que debe concretarse en el XVIII Congreso del PCE, que deberá estar a la altura que lo están estando muchos comités locales, provinciales y algunas federaciones, que han comprendido la necesidad ineludible de una organización comunista fuerte, donde no sobre ningún comunista, pero donde sí sobren quienes pretendan utilizar de nuevo al PCE como trampolín para sus intereses. Y

Por tanto, todos y todas las militantes del PCE debemos dedicar todos nuestros esfuerzos durante los próximos meses para que nuestro Partido consolide en el próximo Congreso el rumbo que le está marcando la historia y la militancia.